
¿Ya tienes una lista de deseos para el 2020?
Seguro que si no la tienes escrita, al menos le vienes dando vueltas a lo que esperas que suceda el año que comienza. Probablemente, muchas de las cosas que anhelas las vienes deseando hace algún tiempo. Por una razón u otra, te sigue eludiendo aquello que quieres conseguir. ¿Qué te parece intentar algo nuevo?
Dale a tus propósitos de año nuevo un twist: olvídate de conseguir y enfócate en sentir.
No se trata de sentimentalismo. Tampoco de no hacer planes ni marcar objetivos. Hay una gran diferencia entre inteligencia emocional y emocionalidad sin más. La clave la tiene esa otra palabra: inteligencia. Formular objetivos y trazar un plan de acción para conseguirlos es necesario para poner -y mantener- un rumbo. De otro modo, es imposible trabajar para hacer realidad tus sueños.
Sin una visión clara sobre cómo quieres que se vea tu vida en uno, tres, cinco o diez años, es muy difícil tomar decisiones adecuadas que te permitan construirla. ¿Cómo construyes algo que no sabes cómo se ve ni lo que necesita para mantenerse en pie?

Date permiso para brillar
Hace falta esa luz que nos da la imaginación y se alimenta de nuestros deseos. Hace falta, también, entender esos deseos y utilizar nuestra inteligencia para regularlos. No es suficiente querer algo. Ese algo debe ser realizable, estar entre nuestras posibilidades reales y ser bueno para nosotros (e idealmente para otros).
Dicho eso, no hablaremos aquí sobre cómo crear una visión, formular objetivos o elaborar un plan de acción. Todo esto seguro que lo sabes. Vamos a ver qué puedes hacer para obtener resultados diferentes. Es decir: conseguir de una buena vez lo que quieres.
¿Qué emociones esconden tus objetivos?
Detrás de todo aquello que quieres hay una emoción principal. Siempre. Y en realidad eso es lo que nos mueve, lo sepamos o no. De hecho, cuando no somos conscientes de esa motivación, es posible que estemos cayendo en el auto-sabotaje.
Cierra los ojos un minuto y concéntrate en ver aquello que quieres. Puede ser un mejor trabajo, poner un negocio o conseguir más clientes. Más dinero. Una pareja. Hijos. Viajes. Crear una obra de arte. Bajar de peso o ponerte en forma. Cualquier cosa que realmente quieras obtener en 2020. Sin son varias, quédate con la más importante.
Si puedes anótala y escribe qué significa para ti logarlo. ¿Por qué es importante? ¿Qué asocias con ello? Visualízate obteniéndolo y céntrate en identificar las emociones y sentimientos que te produce. En ellos está el secreto de tu verdadera motivación y la clave para conseguirlo.

¿Qué quieres sacar el 2020?
Por distintos que sean nuestros objetivos, en general todos esconden las mismas aspiraciones: respeto, amor, pertenencia, seguridad, trascendencia, creatividad.
Queremos lo que queremos no por el objeto en sí. Lo que en verdad vamos buscando es sentirnos de cierta manera y creemos que alcanzando ese objetivo lo vamos a conseguir.
Por eso, muchas veces, después de lograr algo nos damos cuenta que poco ha cambiado. Y ponemos en marcha la maquinaria de nuevo para alcanzar una nueva meta. Lo que hemos obtenido nos parece, de pronto, insuficiente. Cuando esto te ocurre seguido, es por dos razones: no tienes claro lo que realmente necesitas y/o estás actuando inconscientemente para cubrir una carencia.
Lo que necesitas decidir es cómo te quieres sentir.
Y luego, con base en ello, darle a tus propósitos de año nuevo un twist. Es decir, comienza por el final: lo que quieres sentir es lo que debe dictar cuáles serán tus acciones en 2020.
Para ello, además de pensar (y anotar) los sentimientos y valores que asocias con obtener lo que deseas, piensa y anota los miedos que te provoca el no conseguirlo. ¿Qué quieres evitar? Eso te dará también mucha información de la verdadera emoción que persigues.
Por ejemplo: si lo que quieres es tener más dinero, poder o mayor reconocimiento en tu trabajo, quizá lo que en el fondo deseas es sentirte respetado. Mientras no te des cuenta de esta motivación y de dónde proviene (tal vez, en el pasado sufriste alguna humillación y ahora intentas compensarlo) seguirás creyendo que tu éxito radica en ascender laboralmente.
Desde luego, prosperar en tu trabajo es bueno. El problema surge cuando ello se convierte en un trastorno. Si tu único afán es avanzar sin importar cómo, probablemente dañes a otros y a ti en el camino. Esto no te hará sentir respetado, al contrario. Puede ser que las personas que más te importan, más que respeto se muestren decepcionadas.
Se crea así un círculo vicioso: trabajas mucho creyendo que te falta alcanzar una posición más alta para ganar su respeto, ellas lo que buscan es pasar mayor tiempo juntos, por lo que no muestran demasiada alegría ante tus triunfos, tú te sientes mal y crees que es porque te falta esforzarte todavía más. Sigues haciendo más de lo mismo hasta que un día explotas, te enfermas o caes en depresión.

El éxito es un estado interno de aceptación
Si partes de lo que verdaderamente buscas obtener al final: respeto, es más fácil llevar a cabo acciones encaminadas a sentirlo. Lo mejor es que no hace falta esperar a conseguir tu objetivo.
Si tu propósito es estar fit, prioriza sentirte bien.
Otro ejemplo clásico es ponerte en forma. Las matrículas de los gimnasios y consultas de nutriólogos en enero ven un alza considerable. Antes de abril la mayoría de los nuevos entusiastas ya han desertado. ¿Por qué? Por la misma razón del ejemplo anterior.
Si no tienes claro para qué quieres estar en forma, lo más probable es que la motivación inicial se desvanezca o que conseguido el objetivo inicial continúes creyendo que te falta mucho para verte realmente bien.

Si te sientes bien, te ves bien
Dale un twist a tus propósitos de año nuevo. Piensa qué buscas conseguir mejorando tu imagen. ¿Salud? ¿Belleza? ¿Amor? ¿Mejorar tu confianza o autoestima? Vé un poco más allá. ¿Para qué quieres eso?
Tal vez, encuentres un miedo detrás, como enfermarte o a la soledad. Quizá crees que podrás engañar al tiempo o conseguir que te quieran más. En el fondo, puede que lo que necesitas es elevar tu seguridad personal.
Puedes verte bien y sentirte mal, pero cuando te sientes bien siempre te ves bien.
Ahí está el twist: tu objetivo es hacer cosas que te hagan sentir bien.
De poco te servirá machacarte en el gimnasio si tu mente y tu corazón no están sanos. ¿Quiere esto decir que abandones el propósito de ponerte en forma? ¡Para nada! Al contrario. Se trata de hacer las cosas de un modo diferente para conseguir resultados diferentes.
Cambiando el foco a sentirte bien: buscarás ejercicios con los que te diviertes, eligirás alimentos que te nutran, buscarás rodearte de gente que te anime, cuidarás lo que piensas, ves, oyes, haces, lees, dices y los medios que consumes… Todo ello eleva tus probabilidades de éxito. Además, hacen que disfrutes el proceso y que mantener ese estilo de vida se vuelva fácil.
Haciendo cosas que te hacen sentir bien, te ves bien. Cuando te ves bien, te gustas más y te sientes mejor. Cuanto mejor te sientes más te cuidas. Cuidarte te lleva a sentirte bien y así construyes un círculo virtuoso que te lleva a conseguir todos tus objetivos.
Escoge la emoción que quieres que reine en tu vida el año que empieza.
Dale a tu vida el giro que necesita, haciendo tus propósitos de año nuevo con un twist, como hemos visto. Cuando tengas claro lo que quieres conseguir, los sentimientos que quieres evitar y las emociones que deseas sentir, permite que la inteligencia de tu corazón ilumine la razón y escoge lo más importante.

Elige una sola emoción que reine en 2020
Deja que las emociones y sentimientos que te alejan de tu nuevo objetivo se las lleve el año que termina. La sobrecarga emocional es tan mala como la extenuación física o mental. También produce confusión, agotamiento y puede llevarte a un breakdown.
Por suerte no somos robots: está claro que no podemos decidir sentir sólo una cosa y sentirla siempre. Tampoco es posible dejar de sentir lo malo sin perder la capacidad de sentir a su vez lo bueno. En ello residen precisamente el equilibrio e integridad, que son fundamentales para formular objetivos inteligentes. Y para alcanzarlos.
Lo que sí podemos decidir es cuál queremos que sea nuestro estado de ánimo. No será posible, ni siquiera es deseable, mantenerlo todo el tiempo. Pero, sabiendo cómo quieres sentirte puedes influir directamente en él.
Utiliza tu inteligencia emocional y elige un estado de ánimo que te coloque en situación de conseguir lo que deseas.
¿Ya sabes lo que quieres? ¡Perfecto! Ahora, en lugar de enfocarte en lo que tienes que hacer para lograrlo, céntrate en cómo quieres sentirte y lleva a cabo las acciones que te lo permiten. Verás que el próximo año te comes las uvas con la alegría de haber vivido uno de tus mejores años.
¡Feliz Año Nuevo! Te deseo que los próximos 20 años estén llenos de prosperidad, amor y TODA la felicidad.

¡Felices años 20´s! 🙂