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Necesitas Hacer Un Duelo Ya

By 26 octubre, 2020 No Comments

Necesitas Hacer Un Duelo Ya

Necesitas Hacer Un Duelo Ya

Necesitas hacer un duelo ya. No sé si lo tienes claro, o eres de los que aún se resiste a admitir la realidad: la vida que conocíamos, aquello a lo que llamábamos normalidad no va a volver.

 

Hace unos 8 meses que nuestra vida cambió. Se dice pronto, pero es casi lo que tarda una vida en gestarse y nacer. Nosotros también necesitamos dar a luz una vida nueva. Uno creería que, a estas alturas del partido, todos habrían entendido que las reglas del juego ya son otras. Varios me han sorprendido en las últimas semanas confesándose hartos, lo cual es perfectamente entendible, y a la espera de que todo vuelva a ser como antes. Esto último puede ser comprensible, sin embargo, deja ver la incapacidad de algunos para aceptar que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran.

 

Admitas o no que todo cambió, necesitas hacer un duelo ya.

 

No todos los que siguen anclados en la fantasía de que todo volverá a ser como antes son incapaces de aceptar la realidad. Algunos, sencillamente, están en una fase del duelo conocida como Negación. Independientemente de cuál sea tu caso y circunstancias particulares, todos hemos sufrido grandes pérdidas los últimos meses.

 

Ciertamente, en toda crisis, hay ganadores, gente que se ve menos afectada, que por un golpe de suerte o porque tienen recursos y visión, saben aprovechar las oportunidades que cualquier crisis trae consigo. La mayoría de nosotros hemos tenido que encajar más de un golpe en 2020. Por bueno o malo que esté siendo, el año acabará, lo mismo que la epidemia y la crisis. Habrán nuevas oportunidades y nuevos comienzos. Para aprovecharlos bien, necesitas soltar tu idea de la vida que llevabas o imaginabas.

 

necesitas hacer un duelo ya

Deja ir tu idea de cómo debía ser tu vida.

 

Tienes que tomar la decisión de posicionarte en un lugar desde el cual crees que lo mejor está por llegar. Sacar lo mejor cuando más difícil es sacarlo, es lo que forma tu carácter y te salva de caer de cabeza en el vacío. Esa creencia te ayudará a seguir adelante sin perder la esperanza. Recuerda que la esperanza se entrena.

 

El truco está en que tiene que existir congruencia. No podemos saltarnos pasos e ir directamente de un todo va mal a todo está genial. Nuestro subconsciente sabrá que no es verdad y cuanto más nos empeñemos en engañarlo, más difícil será sustituir una creencia limitante por otra que nos potencie. Ir de una creencia a otra es un proceso, que en este caso, se llama duelo y necesitas hacer ya. 

 

El camino del duelo tiene varias etapas y debes recorrerlas todas.

 

Lo primero que necesitamos hacer todos, es reconocer que hemos sufrido pérdidas, que éstas nos han lastimado y que tenemos necesidades insatisfechas. Puedes incluir planes y sueños no conseguidos. Es importante que hagas un repaso de cada una de las cosas que esperabas haber conseguido en esta etapa de tu vida y que no han sucedido. Si dudas si algo sucederá o no, puedes elegir entre darlo por perdido y elaborar el duelo (siempre puedes sorprenderte gratamente más adelante) o seguir esperando a que suceda.

 

La mayoría de las personas arrastran pérdidas de duelos pasados que no han sabido elaborar o se han visto interrumpidos. Esta es una oportunidad de oro para poner punto final a aquellas cosas del pasado que sigues cargando y te impiden avanzar.

 

necesitas hacer un duelo ya

Tienes que recorrer todas las etapas del duelo para avanzar.

El camino del duelo es también un camino de perdón, pues es a través de éste que podemos soltar el pasado y continuar nuestro viaje mirando el futuro con ilusión. En este recorrido es imprescindible aceptar que el mundo, las personas, las cosas y los hechos son como son y no como te gustaría que fueran. Necesitarás aceptar que no vas a tener todo lo que deseas por mucho que te esfuerces. Aprenderás que lo que obtengas puede ser muy distinto de lo que esperabas, pero siempre podrás encontrar en ello un bien más grande si sabes mirar.

 

Para recuperar las ganas de emprender nuevos proyectos,    necesitas hacer un duelo ya. El camino tiene 7 etapas y es indispensable pasar por cada una de ellas. Permítete hacerlo sintiendo todo lo que tengas que sentir en cada una. Sé paciente y compasivo contigo. El tiempo que dure cada fase dependerá del tamaño de tus pérdidas, tu salud, circunstancias y recursos en cada momento. No hay forma correcta o incorrecta de sentir, confía en tu sentido común y si sientes que te estás estancando busca ayuda.

 

1. Negación

 

Lo primero que sentimos al experimentar una pérdida es incredulidad y confusión. En esta etapa intentas convencerte que no ocurrió o minimizar lo que pasó. Buscas algo que justifique tu pérdida y te ayude a creer que no es irreparable, que de algún modo todo volverá a ser como antes. ¿Te suena?

 

Esto tiene una función: tomar distancia de la situación y prepararte para afrontar el dolor. Para que la negación no se vuelva patológica y puedas avanzar, necesitas aceptar la realidad y validar tu pérdida.

 

Quizá te preguntes cómo hacer eso. La respuesta es: mirando sin miedo los hechos y hacerlo sin emitir ningún juicio respecto a ellos. No construyas una historia ni busques comprender, céntrate en nombrar lo que sucedió (o lo que no sucedió). Enumera tus pérdidas, dales forma, nota dónde las sientes en tu cuerpo e intenta ser muy exacto al expresar la emoción que experimentas. Resulta útil usar un listado de emociones: pincha aquí.

 

la negacion

Tomar distancia para observar la realidad ayuda a ver las cosas como son.

 

Hemos dicho que una de las características de esta fase es la confusión. Es posible estar en esta etapa y no saberlo, ¡por algo es de negación! Si tienes dudas al respecto, pregúntate ¿cuánto tiempo pasas un dia normal viajando al pasado o al futuro? Es fundamental evitar huir hacia atrás o hacia adelante. Para conocer la realidad hay que estar anclados en el presente.

 

El presente es el único tiempo que tenemos para actuar, aprender, cambiar, sanar, amar…

 

2. Regresión

 

Se llama así porque, al conectar con el dolor, actuamos como niños pequeños. El estallido de emociones hace que nos comportemos de modo irracional. Nuestra respuesta ante la situación es desproporcionada. Estamos desbordados por nuestros sentimientos y no sabemos manejarlos. Carecemos de auto-control: hacemos berrinches, pataletas, lloramos, somos volubles, estamos excesivamente sensibles y cualquier cosa puede detonar un ataque de ira o ponernos mohinos. Es importante no tomar decisiones importantes en estos momentos, pues no somos capaces de razonar adecuadamente.

 

3. Furia

 

Después de llorar, gritar y patalear llegas a la etapa en la que necesitas enfadarte. Enfadarte de verdad, con verdadera furia. Toda la ira que tenías contenida debe salir y tendrás ganas de bronca. Es importante reconocerla como parte del proceso y darte permiso de sentir esa furia y de expresarla, sin dañarte a ti ni a otros.

 

Es la etapa de buscar culpables. ¿Quiénes? Quienes sea. Empezarás con gente con la que convives, tu pareja que no entiende nada, tu jefe o colegas por hacerte trabajar o mandarte al paro, clientes que no compran o no pagan, proveedores exigentes, tus vecinos, la gente en la calle que no usa mascarilla o no guarda distancias, los amigos que te invitan a reunirte cuando quieres cuidarte, los que no te invitan y te hacen sentir aislado… Cualquiera a quien puedas endilgarle algo. Antes o después de ello, culparás al gobierno, de tu país por las restricciones, por lo que hace y no hace, por lo que debió hacer, a los de otros países, al ciudadano chino que se comió un pangolín, a los periodistas y a los médicos, a la Vida, a Dios… Da igual que sean o no culpables, lo importante ahora es conectar con tu furia.

 

furia

Cuando no expresas tu furia, se enquista y puede transformarse en tristeza profunda.

Es muy importante aprender a enojarnos. La ira tiene la función de corregir las injusticias y poner límites necesarios. El problema es que a la mayoría nos prohibieron de niños experimentar esta emoción y aprendimos a reprimirla. Creemos que es malo enfadarse. La consecuencia es que no aprendimos a expresar la furia, ni a sentirla como enseñaba Aristóteles: con la persona correcta, la intensidad correcta, en el momento oportuno y por un propósito noble.

 

Si te prohibes conectar con tu furia, este sentimiento se enquista causando bloqueos. Puede derivar en frustración, amargura, melancolía e incluso depresión. También es común que actúe como olla de presión, haciendo que a la menor provocación estalles por cualquier cosa, a menudo con alguien que en realidad tiene poco o nada que ver con el motivo real de tu enfado, en forma desproporcionada, por algo que sucedió hace mucho y debería estar ya en el pasado, y sin un buen fin.

 

Dentro del proceso del duelo que necesitas hacer, la furia cumple la función de terminar con el desborde de emociones y retrasar la tristeza. 

 

4. Culpa

 

Tu cuerpo no está preparado para sentir la tristeza, pero si continuaras en el estado de furia morirías de agotamiento, entonces te instalas en la culpa. Culparte es una forma de hacerte responsable, lo que te otorga una falsa sensación de estar en control. En esta etapa es normal fantasear con que tú mismo provocaste las pérdidas que has sufrido: si tú lo provocaste, tú puedes solucionarlo, todo depende de ti. Este es otro mecanismo de defensa, a diferencia de la etapa anterior, el enojo lo diriges a ti.

 

En medio de esta crisis por el coronavirus, puede ocurrir que no sólo te enfades con las pérdidas que estés teniendo como consecuencia de la pandemia, sino que de pronto surja culpa por todas y cada una de las decisiones importantes que hayas tomado y ahora juzgues malas. Esto es bueno, deja que salga a flote todo lo que tenga que salir. Necesitas hacer un duelo ya, no sólo por lo que hayas vivido en lo que va del 2020, también por aquello que, en su día, perdiste y no fuiste capaz de procesar del todo, o lo que soñabas y quizá ahora te das cuenta que no va a poder ser.

 

Recuerda que, en cada momento tomaste la mejor decisión con los recursos e información que tenías.  Muchas cosas que hoy te parecen errores, seguramente te dieron alegría, dejaron cosas buenas o al menos te ayudaron a crecer. Incluso si realmente actuaste mal a sabiendas, estás a tiempo de reparar el daño y evitar en adelante caer en lo mismo. La persona que eres hoy y juzga, no es la misma persona que eras cuando tomaste esas decisiones.

 

La fase de culpa suele durar poco, si no se supera te quedas clavado en la autoexigencia y el rencor. 

 

5. Desolación

 

Todo lo que ha sucedido hasta ahora, de alguna manera es para evitarte llegar aquí. Ya desde el nombre te puedes imaginar que es la peor parte del camino del duelo. Es la etapa de la verdadera tristeza, porque es cuando te das cuenta que el daño está hecho y la pérdida es irreversible. Da igual quien es el culpable, si es que lo hay, el punto es que el dolor es real. De hecho, puede ser tan grande que te paralice.

 

necesitas hacer un duelo

Es normal sentir impotencia, soledad y devastación, sólo recuerda que es pasajero.

 

En la desolación conectas con una sensación de vacío interior que puede inducir sentimientos de impotencia, desesperación, falta de motivación, incluso ganas de tirar la toalla y hasta de morir. Puedes llegar a sentir que estás perdiendo la cabeza, volviéndote loco y, por si fuera poco, que a nadie le importa porque estás soloTe parece que nadie es capaz de comprender lo que estás viviendo, mucho menos de ayudarte. Hasta cierto punto es verdad, pero esto también pasa por una buena razón: necesitas retirarte de lo cotidiano para no recibir mayores estímulos y procesar lo que ya tienes.

 

Precisas encerrarte en ti para vivir este proceso, que es interno, y para que no se vea interrumpido. Cuando finalices esta etapa, tendrás otra vez necesidad y ganas de volver afuera y conectar con otros, de dar.

 

6. Fecundidad

 

Llegas al comienzo de la salida, puedes ver la luz al final del túnel. Consiste en identificar los aspectos positivos de la pérdida (créeme, los hay) sin idealizarlos. Se trata de transformar la energía del dolor en acción positiva, reconstruyendo tu vida y buscando que lo que has vivido sirva de aprendizaje para el resto del viaje. 

 

No se trata de encontrar un sentido oculto, a veces no existe un sentido como tal, independiente de nuestra interpretación. Sin embargo, tenemos dos opciones: instalarnos en el sufrimiento diciéndonos que no vale la pena seguir avanzando (regresamos a la etapa anterior) o darle nosotros un sentido. Muchos encuentran aquí su vocación, pues surge una necesidad de ayudar a otros evitándoles el sufrimiento que vivimos.

 

7. Aceptación

 

Implica darte cuenta que, por mucho que tu identidad estuviera ligada a aquello que perdiste, eso no eres tú ni te resta valor a ti como persona. Aceptar consiste en admitir que no serías hoy la persona que eres, si no hubiera ocurrido exactamente lo que pasó. Y que nunca sabrás qué hubiera pasado de haber sucedido algo distinto. Aquí la herida se convierte en cicatriz y ya no duele.

 

Aceptación

Esta puede ser la oportunidad que buscabas para comenzar de nuevo.

Necesitas hacer un duelo ya. Tómalo como oportunidad de cerrar varios ciclos y permitir que nazcan en ti nuevas ilusiones, valores, proyectos y hasta – por qué no- otra identidad más acorde con la nueva realidad.

 

Por muchas restricciones y confinamientos que se nos impongan, la vida sigue. ¿Cómo quieres vivir la tuya?

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