ArticuloInteligencia EmocionalNoticias

¿Fluyes o te lleva la corriente?

By 1 junio, 2021 No Comments

¿Fluyes o te lleva la corriente?

fluyes o te lleva la corriente

Fluir no es ir por la vida sin rumbo, dejando que te lleve la corriente a cualquier lugar.

 

Fluir es saber a dónde vas y desde dónde te mueves. Es saber quedarte quieto. Fluir es, sobre todo, aceptar que el camino es un proceso, con altas y bajas, y aprender a subir y bajar como cuando juegas con las olas del mar.

 

Muchas personas creen que están fluyendo cuando en realidad están perdidas y van como veletas por la vida a merced del viento. O de lo que decidan otros por ellas. Otras, tienen tanto miedo a soltar el control que viven en un estado de alarma constante. Las reconoces de inmediato porque todo en su postura, tono de voz, manera de comportarse, es rígido o parece ensayado. Yo me los imagino como una de esas cajitas a las que les das cuerda y de pronto salta un payaso. Son como ollas a presión que si no sueltan aire van a explotar. Probablemente llevándose con ellas todo lo que esté a su alcance. Y si en vez de explotar, implosionan, caerán en una crisis nerviosa o depresión.

 

depresion

Si te presionas con autoexigencia, te deprimes o explotas.

 

De ahí el nombre: de-presión. Señal que se está viviendo con presión y hay que soltar.

 

Fluir, por el contrario, es moverte por la vida con ligereza. Inmerso en el instante presente. Sin distracciones, preocupaciones, ni miedos. Con alegría y vitalidad. Cuando fluyes sabes que lo que estás haciendo es importante, tiene sentido, es divertido. 

 

¿Fluyes o te lleva la corriente?

 

La diferencia está en tener o no un rumbo. Este lo dan tus valores, prioridades y objetivos. Si te pregunto cuáles son tus 3 valores esenciales, qué es lo prioritario realmente en tu vida y cuáles son tus objetivos a corto y largo plazo, y no puedes responder inmediatamente, te está llevando la corriente.

 

Tranquilidad. Es muy fácil dejarse llevar. La tentación de hacerlo está por todos lados. Ahora más que nunca, con tantos algoritmos que saben lo que puede gustarte y están diseñados para engancharte para que no tengas que pensar. Para hacer que sientas que conectas con otros, aunque en el fondo-fondo te sientas más solo o sola. Y es que si no tienes claros tus valores o qué te hace ser tú, no puedes mostrarlo a otros y por tanto no puedes conectar desde ahí. Mientras eso ocurra no puede surgir una verdadera intimidad en tus relaciones y la sensación de aislamiento será cada vez mayor, sin importar cuántas personas te acompañen.

 

las adicciones son formas de huir

Huir hacia adelante sigue siendo huir y nada se resuelve evitándolo.

¿Tú fluyes o te lleva la corriente? Mira cómo respondes. Si lo haces con respuestas tipo: Yo voy dónde el corazón me lleve; A mí todo me la suda; Yo decido dónde voy y a quien no le parezca allá ellos; Soy como soy y no pienso cambiar; A vivir que son dos días; No hace falta tener claras las cosas, vamos viendo; Hay que dejar que las cosas pasen; Que sea lo que Dios quieraestás recurriendo a mecanismos de defensa que te hacen creer que fluyes, cuando lo cierto es que te auto-sabotean.

 

Todos ellos son escondites, huidas hacia adelante, formas de no estar contigo y evitar tu vulnerabilidad, de escapar tu realidad. Esos escondites suelen derivar en adicciones: drogas, alcohol, relaciones tóxicas, sexo sin conexión, redes sociales, Netflix, Tinder, apuestas, compras, comida. A veces, en otras más sutiles y aparentemente benéficas como el deporte, libros, amigos, y en general, cualquier actividad en la que te embarques para evitar sentir algo. El problema es que ese algo esconde precisamente lo que en verdad necesitas para estar bien y mientras mires hacia otros lados es imposible que lo encuentres.

 

Para fluir, a veces, hay que nadar un poco contra corriente.

 

Una de las razones por las que tu mente y tu ego evitan que fluyas es porque necesitan sentirse en control. A mayor ego, más difícil es fluir.

 

Como el ego es muy listo, te hace creer que fluyes y que vas por buen camino, aunque por dentro tú sientas que algo no va bien. El ego siempre busca la supervivencia, por eso es un mecanismo de defensa. Sin embargo, no sabe lo que mejor para ti, eso lo dice tu voz interior, tu intuición, de ahí la importancia de conectar con nuestro cuerpo y aprender a escucharlo.

¿Fluyes o te lleva la corriente?

Fluir requiere valor de nadar contracorriente.

 

Hace siglos los humanos necesitábamos ser aceptados por el grupo para sobrevivir. Habían reglas estrictas sobre qué podíamos hacer, pensar, cómo vestirnos, a qué dedicarnos, con quién casarnos, cuándo. No obedecerlas era ser repudiado por la familia y casi seguro condenado a la miseria. En muchos casos había pena de cárcel o muerte por desobedecer. Hasta hace poco realmente. Hoy gozamos de más libertad que nunca, pero no hemos aprendido a hacer uso de ella. Un vistazo a Instagram lo confirma. Todo mundo -sin importar el país- vistiendo, comiendo, viajando, trabajando, disfrutando con más de lo mismo. La misma idea de supervivencia en masa, sólo que esa masa es ahora la amenaza.

 

Es como si hubiera una única realidad aceptable, pre-fabricada por Ikea, con identidades prêt-à-porter en las que nosotros debemos encajar, mientras nos marean con el nuevo opio del pueblo: todo lo elijes tú.

 

¿Y si no encajas o no quieres encajar en esos modelos? Pues te quedas fuera del sistema y probablemente de tu entorno. Porque, si todos prefieren la comodidad de dejarse llevar a la responsabilidad de construir, si con tal de no enfrentar la realidad no paran de avanzar en un vano intento de huir, y tú te frenas, les obligas -aunque sea de refilón- a mirar donde tienen miedo de ver. Así que muchos preferirán no verte. En el fondo somos conscientes de eso. Y eso asusta. Necesitamos la mirada de los otros, su comprensión.

 

Por eso fluir en la vida requiere valor, tener claro qué quieres, quién eres y a dónde vas. Sin autenticidad no hay flow. Eso implica que, a veces, hay que nadar contra corriente. El punto es hacerlo sin forzar porque si no te ahogas. No nadar desde la fuerza sino desde la aceptación.

 

¿Fluyes o te lleva la corriente?

 

Te repito la pregunta porque fluir requiere -entre otras cosas- repetición. Piénsalo, ¿cuándo has entrado en un estado de flow? Seguramente no haya sido cuando estabas intentando algo nuevo. Dejarse fluir requiere mucha confianza, en uno mismo, en los otros, en la vida. Ese nivel de confianza tiene que ganarse, eso se logra con la repetición. ¿Qué es el ritmo si no repetición?

 

Fluir no puede ser un objetivo, no puedes fluir desde el control. Lo contrario al control es la confianza.

 

fluyes o te lleva la corriente

Fluir es permitir que tu vida sea fácil. ¿Estás preparado para dejar atrás la dificultad?

 

Algo nuevo y bueno puede sentirse como amenaza. La felicidad y el amor son sentimientos que nos vuelven sumamente vulnerables, estar delante de alguien o algo capaz de transformarnos, de cambiar nuestra vida así sea para bien, puede ser terrorífico. Nuestra mente va a intentar convencernos de huir de ahí hacia algo más seguro. Por eso necesitas ser capaz de discernir cuando hay un peligro real y cuando estás recibiendo información de que hay ciertas cosas que necesitas trabajar o sanar para avanzar y recibir lo mejor. (Si crees que te puede estar pasando, descubre si eres víctima del fracaso defensivo.)

 

Tienes que aprender a tolerar la incomodidad inicial para llegar al momento de la comodidad que da el sentirse seguro.

 

Fluir es centrarte en el proceso no en el resultado.

 

Pensar constantemente en lo que te falta, lo que otros consiguen y tú no, lo que quieres lograr, te mantiene preocupado y, paradójicamente, impide que te centres en lo que necesitas hacer para alcanzar tus objetivos. Es imprescindible recuperar la calma para poder accionarte de manera inteligente, en vez de agotarte en un constante hacer por hacer.

 

El equilibrio, en ocasiones, radica en no hacer. Si sólo haces no hay equilibrio.

 

 

equilibrio

La no acción es una forma de acción.

Hace falta inteligencia lógica pero sobre todo emocional, para saber distinguir cuándo es momento de actuar y cuándo es conveniente esperar. La espera no es pasiva, todo es aprendizaje.

 

¿Eres capaz de quedarte en una etapa sin intentar controlar lo que pasa en ella? ¿Si estás en un momento de euforia o bienestar vives con ansiedad pensando que se puede acabar? ¿Cuándo sufres una pérdida te tomas un tiempo para elaborar el duelo o en seguida pasas a lo siguiente?

 ¿Fluyes o te lleva la corriente?

 

Algunas personas son incapaces de aceptar que en la vida hay etapas, todo son procesos y dentro de ellos hay momentos buenos y malos, altas y bajas. El mar no siempre está en calma, no todas las olas son iguales, unas veces la corriente te impulsa para avanzar más rápido, otras la resaca te jala impidiéndote continuar y ¿quién no ha sido revolcado, dando vueltas en el mismo lugar sin poder salir a flote? En la vida pasa igual y cuanto más resistes peor te va. 

 

Por eso el secreto está en la aceptación.

 

Aprende a disfrutar y sacar el máximo provecho de los buenos momentos. Deja de cuestionarte si hay algo más que puedes ser, tener sentir, si puedes ser más feliz. ¿Eres feliz? ¡Disfrútalo! Ya sé, lo mismo eres de los que ahora me suelta que todo lo bueno acaba. ¿Sabes qué?, tienes razón. Razón de más para aprovecharlo mientras dure. Todo lo bueno pasa y luego… vuelve a comenzar.

 

Cuando estés en un momento de bajón, recuerda que es eso: un momento, como mucho una etapa, que como todas llegará a su fin. Vendrán otras, sí, pero si aprendes lo que tienes que aprender, las siguientes las vivirás con mayor tranquilidad porque recordarás que en peores plazas has toreado. Habrás ganado experiencia y, sobre todo, confianza en tu capacidad para gestionar el cambio, solucionar problemas y tomar buenas decisiones. 

 

flow

Camarón que sabe fluir, ni dormido se lo lleva la corriente.

O fluyes o te lleva la corriente.

 

Cuando tienes claro quién eres, qué quieres y hacia dónde vas, pierdes el miedo a soltar el control. Saber que no todo depende de ti y que la perfección no existe, te ayuda a concentrarte en lo que sí depende de ti y hacerlo lo mejor que puedas. Te da valor para mirar los problemas de frente y resolverlos, en lugar de taparlos o huir.

 

Tu nivel de cortisol baja, tienes menos estrés. Suben en cambio las endorfinas, serotonina y la dopamina. Tu cuerpo comienza a auto-regularse haciendo que todos tus órganos funcionen mejor y tengas la energía suficiente para conseguir lo que deseas. Mejora tu salud física, mental, emocional y al tomar las riendas de tu vida avanzas con la certeza de ir por buen camino. Venga lo que venga.

 

Deja que tu respiración te sostenga.

 

Si bien fluir no puede ser un objetivo, hay muchas técnicas y recursos que nos ayudan a librarnos de ese afán de controlarlo todo, que lo único que consigue es frustrarnos, y en niveles altos, enfermarnos. Con mis clientes trabajo mucho la escucha interna para elevar la autoestima y autoconfianza. Una de mis formas favoritas de hacerlo es a través del movimiento.  Eso es difícil por aquí, si te interesa contacta conmigo.

 

Te propongo algo muy fácil a la par que extremadamente poderoso para que fluyas sin que te lleve la corriente. Es un ejercicio de respiración que te tomará menos de un minuto, aunque puedes dedicarle el tiempo que desees. Acuérdate: ¡repetición!

 

fluyes o te lleva la corriente

¿Fluyes o te lleva la corriente?

 

Siéntate en una postura cómoda y lo más relajada posible. Cierra los ojos. Inspira profundamente, llevando el aire hacia abajo. Siente cómo se llena tu abdomen y se crea espacio en tu pecho y entre tus costillas. Nota como una energía te recorre desde arriba de tu coronilla hasta las plantas de los pies y visualiza cómo se conecta tu mente a tu corazón y éste a tu pelvis. Mantén firmes los pies, bien anclados, sin necesidad de hacer fuerza, únicamente con el movimiento de tu respiración. Luego exhala más lentamente, dejando que el aire recorra el camino inverso: de abajo hacia arriba. 

 

Respira por la nariz, con ruido, como imitando las olas del mar. Haz unas cuantas respiraciones así, tomando consciencia de la manera en que tu propia respiración te sostiene diario, sin que tengas que hacer ningún esfuerzo. Suaviza tu rostro y lleva aire a cualquier lugar donde sientas tensión. Que la forma en que tu pecho sube y baja sea un recordatorio de que todo en la vida se compone de ascensos y descensos y tú tienes todo lo que necesitas para surfearlo.

 

Deja que se te dibuje una sonrisa, sabiendo que siempre puedes volver a esa respiración de mar para fluir…. ¡y que no te lleve la corriente!

 

¿Fluyes o te lleva la corriente? ¿Qué decides?

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.