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6 Claves Para Saber Si Es Hora De Arriesgarte

By 18 marzo, 2020 No Comments

6 Claves Para Saber Si Es Hora De Arriesgarte

¿Cómo saber si llegó la hora de arriesgar?

 

Todo cambio es un proceso. Incluso cuando parece que algo mutó de la noche a la mañana. Algunas veces, el cambio viene precedido de un acontecimiento lo suficientemente fuerte como para detonarlo. Y sucede rápido. Lo más probable es que, esa persona -cuando menos inconscientemente- ya sabía que necesitaba cambiar y el suceso simplemente aceleró el proceso.

 

Por eso, no todos los accidentes, pérdidas, enfermedades, divorcios o muertes de seres queridos tienen el mismo impacto. Ciertamente puede ser la causa (o la consecuencia) de una metamorfosis, pero no siempre es el caso. Depende de quién los vive y del momento vital en que se encuentra.

 

El proceso que da lugar a un verdadero cambio es lento y largo. Una transformación difícilmente acontece, no ya de un día para otro, de un mes a otro. Lo importante es dar el primer paso para ponerlo en marcha.

 

Todo cambio es un proceso

¿Todavía no das los primeros pasos para cumplir tus propósitos de Año Nuevo?, tranquilidad, queda mucho 2020 por andar.

 

Si estás leyendo esto, lo más seguro es que sientes la necesidad de cambiar algo en tu vida. Podría apostar que hasta sabes qué es exactamente y cuál es el siguiente paso para hacerlo realidad. ¿Llegó la hora de arriesgar? Averígualo con las siguientes 6 claves.

 

1. No sientes orgullo de la persona que eres.

 

Puede ser doloroso de aceptar, pero una vez que lo hacemos sentimos un gran desahogo. En bastantes ocasiones, la vida que llevamos dista mucho de aquella con la que soñábamos. Esto es difícil de encajar y en algunos casos, un verdadero trauma.

 

Lo importante es saber diferenciar tres cosas: si las expectativas originales eran tuyas; si estaban basadas en la realidad y si el camino en el que estás es el correcto.

 

Es muy duro admitir, cuando llegas a cierta edad, que no has conseguido muchas de las cosas con las que soñabas. Es mucho más doloroso darse cuenta que aquello que has conseguido no responde a lo que en verdad te importa. Que has estado trabajando para hacer realidad los sueños de otros.

 

Revisa tus objetivos. Asegúrate que aquello en lo que inviertes tu tiempo y energía son cuestiones que realmente te importan, reflejan tus valores y te ayudan a convertirte en la persona que deseas ser.

 

2. Notas cansancio gran parte del tiempo.

 

Vivimos en una época donde estar ocupados todo el tiempo, parece ser señal de éxito. Las personas importantes están siempre ocupadas. En las oficinas quien corre de un lado a otro papeles en mano, va de reunión en reunión, y echa más horas extra, es valorado como más productivo. Independientemente que los resultados muestren otros datos.

 

Estar cansados puede ser únicamente reflejo de nuestro ritmo de vida. Señal de que necesitas hacer una pausa, cambiar hábitos o tomar vacaciones. El problema es cuándo llevas una vida normal y a pesar de descansar bien los fines de semana o tomarte unos días libres sigues igual. 

 

La motivación sigue a la acción

Si no hay una sobrecarga de trabajo ni existe algo que justifique el agotamiento, seguramente el contratiempo no es que haces demasiadas cosas, más bien haces muy pocas que realmente te motiven.

 

Cuando estás en el camino correcto, cuanto más haces más ganas tienes de hacer más. Así que si te quejas mucho del cansancio revisa las actividades que realizas en una semana ordinaria. ¿Cuántas de ellas disfrutas o implican un reto?

 

Recuerda que cómo inviertes tu tiempo es como inviertes tu vida. Tal vez, es hora de correr nuevos riesgos.

 

3. El futuro te hace poca ilusión.

 

Evitas pensar a largo plazo. Te mantienes lo más ocupada posible, porque de ese modo no tienes tiempo de reflexionar sobre tu vida. Estar a solas te asusta, por lo que siempre encuentras algo urgente que hacer o con lo que distraerte.

 

Sabes que hay cosas que te gustaría cambiar. De ti, de tu vida, de tu entorno. Sin embargo, crees que nada cambiará y que tus esfuerzos no serán recompensados. 

 

No ves sentido a trazarte objetivos. Tienes escasa confianza en conseguirlos. Te sientes impotente, incapaz de resolver tu situación o de influir en los acontecimientos. Quizá tuviste malas experiencias que te han llevado a creer que es mejor vivir con resignación. De esta forma no tienes que enfrentarte a la vulnerabilidad que toda esperanza conlleva. Y si no esperas nada, no hay forma de desilusionarte. Secretamente esperas que las cosas cambien o sucedan solas.

 

Cambia tu mirada  y cambiará tu vida

 

Si es tu caso, es hora de darte cuenta que sólo son trucos de la mente y el ego para hacerte creer que tienes el control. Una forma de combatir la incertidumbre. Y es inútil. Los verdaderos problemas raramente son del tipo que podemos prever. La vida es incierta o no es vida.

 

¿Quieres que otros corran los riesgos que tú no te atreves a correr?

 

Si quieres VIVIR tienes que ser valiente. Comienza por conocerte mejor pasando un rato a solas todos los días. Poco a poco ve trazándote objetivos pequeños que permitan ir aumentando tu confianza. Lee biografías de gente que te inspire. Sobre todo, pon atención a las pequeñas cosas que todos los días hacen que el mundo funcione.

 

4. Buscas rodearte de gente que no te rete.

 

Otro punto para saber que es hora de arriesgarte: darte cuenta que has construido tu vida al rededor de gente que te aplaude, dice lo que quieres escuchar, piensa como tú y rara vez te contradice o hace que te cuestiones.

 

Llega un momento en el que uno elige bien con quien comparte su tiempo. Es normal querer hacerlo con personas que tienen intereses y valores similares. Esto puede ser señal de madurez cuando se hace de manera consciente y se trata de relaciones íntimas en las que la conexión es profunda. La propia intimidad es un reto. Especialmente cuando es un vínculo que nos inspira ser mejores. Inevitablemente el otro es un espejo, cuanto más íntima la relación más nítido es:  mostrándonos lo mejor y también lo que debemos cambiar.

 

El problema surge cuando evitas la verdadera intimidad y tus relaciones son básicamente superficiales. Para desarrollar todo tu potencial necesitas cerca personas capaces de verlo y que deseen verte triunfar. También capaces de ver tus faltas y ayudarte asertivamente a reconocerlas. Echa un vistazo a la gente con la que compartes el día a día: si no les admiras, aprendes de ellos y con ellos, si sientes que te critican más que te apoyan, es hora de correr riesgos. Una buena relación no es aquella donde no hay conflicto, sino dónde ambas partes saben gestionarlo. Habla con ellos, refuerza la conexión. Amplía tu círculo.

 

5. Llevas mucho tiempo dándole vueltas a algo.

 

Una de las señales más claras de que llegó la hora de arriesgarte es cuando llevas meses o años dándole vueltas a la misma cosa. Si has estado posponiendo algo que realmente deseas porque nunca encuentras tiempo o porque el miedo hace que justo cuando estás por lanzarte se te ocurra una excelente razón por la cual no deberías, ¡vas!

 

El miedo encierra, salir es arriesgar

Cualquier cosa que amenaza nuestro ego (todo lo que potencialmente puede cambiar tu status quo) es percibida por la mente como amenaza de muerte. Evidentemente, prácticamente nada lo es. Si realmente fuera algo malo para ti, lo más probable es que ya hubieras desistido. Cuando la idea o el deseo persisten es por algo. Necesitas descubrir por qué y la única forma es arriesgando. 

 

Vivir con miedo te encierra en una caja de dudas, del que pasaría si… inicias/terminas una relación, emprendes un negocio, aprendes algo nuevo, te pones en forma, escribes un libro o te animas a tocar algún instrumento. Sea lo que sea, la única forma de vivir libre es enfrentando tus miedos. Independientemente del resultado, en este caso: arriesgar es ganar.

 

6. Ves todo blanco o negro.

 

Al reflexionar sobre lo que deseas te centras en todo lo que te preocupa. Sólo eres capaz de visualizar dos escenarios: uno en el que todo sale exactamente cómo quieres y otro en el que ocurre lo peor. No es de extrañar que cada vez que estás a punto de dar el paso te gane la angustia.

 

A estas alturas, ya tienes bastante experiencia para saber que las cosas rara vez salen según las planeamos. De hecho, casi nunca. Las probabilidades de que todo ocurra exactamente cómo quieres son casi nulas. El problema es que tu memoria -igual que la del resto- es selectiva. Tiendes a recordar cada vez que no pasó lo que deseabas y ello te hizo sentir mal. Olvidas cuando sí pasó porque fue menos memorable. ¿Cuántas veces ocurrió el peor escenario y éste no tuvo solución? Pero, ¿puedes pensar al menos en algo que salió mejor de lo que esperabas?

 

Entrar en acción multiplica tus opciones

 

Tendemos a recordar más lo que percibimos como pérdida que las victorias. Cuesta más recuperarse de un fracaso que el tiempo en que disfrutamos nuestras ganancias. Aún así, casi todos estamos de acuerdo en que volveríamos a pasar un mal trago con tal de revivir nuestros mejores momentos. Por algo será, ¿no crees? Analizando nuestros recuerdos, reconocemos que los más valiosos surgen de cuándo hemos abierto los brazos a la vida dejándonos sorprender. No podíamos imaginar aquello que pasó. Y todavía nos alegramos por ello. 

 

El pensamiento polarizado surge cuando falta madurez emocional. Para crecer en esa área tendrás que correr ciertos riesgos. Quizá te ayude recordar: lo que determina la persona en la que te convertirás son los valores detrás de las decisiones que tomas y el valor que demuestras al actuar, no (tanto) el resultado de tus acciones.

 

Hasta ahí había escrito antes de la cuarentena. Tenía dudas sobre si publicar ahora o no este artículo. Creo que sí es buen momento. Ahora todos tenemos oportunidad de aprovechar el tiempo que la situación nos brinda. Aislarte o no a estas alturas difícilmente depende de ti. Tienes que hacerlo por responsabilidad y, probablemente, por ley. Nada con relación al coronavirus depende de ti, salvo que estés trabajando directamente en cualquier campo relacionado con la pandemia. De ti depende tu actitud y lo que haces con tu tiempo estos días.

 

Descansa, realiza cosas que te gusten y aprovecha para ver de cerca cómo estás. Es imprescindible sentir que estos días son valiosos también. Incluso pueden ser mucho más enriquecedores que cualquier día de los que hasta ahora parecían normales. Y lo mejor es que para eso, literalmente lo mejor es no hacer nada. Aprender a estar quieto y en silencio con uno mismo, es el mejor regalo.

 

Cada día cuenta, ¿estás aprovechándolos?

 

¿Es hora de arriesgarte? #QuédateEnCasa y elabora un plan de acción. Esto te dará algo en qué ocuparte, además una ilusión para el futuro, lo que es indispensable para mejorar tu estado de ánimo actual y tu vida en adelante.

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